Interocepción, el octavo sentido

La interocepción es la capacidad de percibir e interpretar las señales del cuerpo tales como apetito, temperatura, excitación, miedo... Cada vez más estudios de neurociencia la asocian con el sentido de la intuición, la estudian como un recurso vinculado con la toma de decisiones acertadas. Quizás se trata de la antesala de un nuevo bombo o «hype» similar al que indujo la Inteligencia Emocional en la década de los noventa, o quizás estamos ante una promesa más sustancial.

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Aparte de los sentidos del tacto, vista, oído, olfato y gusto están los sentidos del equilibrio, el del movimiento del cuerpo en el espacio y la interocepción. Sentir hambre o que estamos saciados, cambios de temperatura y como estos nos afectan, incluso nuestros latidos del corazón o sentir como recorre la sangre nuestras venas se define como interocepción. Una conciencia interoceptiva es; la capacidad de percibir, entender y responder a sensaciones físicas que surgen desde el interior de nuestro cuerpo. El nivel de conciencia interoceptiva varía de persona a persona, siendo algunas incluso capaces, de sentir y contar con precisión los latidos de su corazón.

La resiliencia y capacidad de prestar atención a voluntad se pueden desarrollar con ejercicios de interocepción. Nuestra mente está ocupad el 50% de las veces viajando en el tiempo, anticipa el futuro o rememora el pasado. Si añadimos distracciones y pensamientos repetitivos, puede que no estemos plenamente presentes más del 90% de las ocasiones. El estrés aumenta esta tendencia que tiene nuestra mente de evadirse, las consecuencias de divagar son errores y malas decisiones. Un artículo de la revista The Lancet publicado el 31 de julio de 2021 muestra un análisis estadístico por el cual; el 31% de los partícipes de un entrenamiento interoceptivo, se recuperaron del desorden de ansiedad. Se trata de ejercicios en los que prestaron atención plena a las sensaciones del cuerpo, técnica que aumenta la capacidad de concentración.

Prestar atención a nuestra capacidad de atención es una de las facetas humanas que nos hace únicos. La calidad de nuestros pensamientos, y conexión con otras personas, depende de nuestra capacidad de prestar atención. Una mente rinde al máximo cuando su concentración es máxima, por tanto, de nuestra capacidad de focalizar la mente; dependen nuestras oportunidades de éxito. Entrenar la metaconciencia o la capacidad de observar pensamientos, emociones, sensaciones corporales e impulsos a medida que estos se suceden; fortalece nuestra capacidad de evitar distracciones. Se ha demostrado que fijar la atención o focalizar a voluntad nuestra mente mediante la práctica de ejercicios de atención plena y la meditación, modulan la ínsula; que es el centro principal de la interocepción.

Saber cómo leer las emociones de los demás y regular las emociones propias mejoran la capacidad de interrelacionarnos. La empatía está asociada con el desarrollo de la inteligencia emocional. Ponerse en el lugar del otro precisa de capacidad de observación, al igual que acceder a lo que está pensando; requiere observar preguntar y analizar. Algo tan sencillo como el contacto visual facilita conectar con otras personas y establecer conexiones de mayor calado. Una de las razones que explican este efecto, son las neuronas espejo, que están interconectadas para la empatía. Proporcionan una experiencia interna espejo de las acciones o emociones de otra persona, probablemente la base neurológica de la empatía. Así por ejemplo los cambios que se producen en las pupilas de las personas que están experimentando una emoción, son replicadas por las pupilas del observador, sin que este sea consciente de ello.

Personas con una alta conciencia interoceptiva, advierten las señales tempranas de desequilibrios físicos o contradicciones psíquicas de la conexión cuerpo y mente. Es indudable que estas personas juegan con ventaja cuando se trata de alcanzar y disfrutar de una mejor calidad de vida. Asimismo, la conciencia interoceptiva conduce a un mayor autoconocimiento. Percibir e interpretar las reacciones del cuerpo, proporciona un extra de información que facilita discernir con mayor rigor que nos gusta o disgusta.

El corazón en la garganta, el estómago encogido y los pelos del cogote de punta; son reacciones típicas del cuerpo cuando, por ejemplo; nos subimos a una montaña rusa. “Feliz, Triste, Asustado, Disgustado Enojado y Sorprendido” son emociones provocadas por un simple reflejo. La teoría de la codificación predictiva plantea un modelo proactivo en el que el cerebro genera una expectativa. Es la función del cerebro interpretar en base al análisis de los estímulos externos y de las señales corporales la realidad. La atención cambia la percepción, esto significa que a voluntad podemos alternar la emoción del miedo por excitación, frente a lo desconocido; basta con un cambio de actitud y de nuestros pensamientos. El miedo y la excitación son emociones que nos han permitido sobrevivir y progresar como especie. La recompensa de sentir excitación y hacer frente al riesgo, es la motivación, que nuestros antepasados precisaban para explorar un mundo de nuevas posibilidades. Dejar el miedo atrás era la oportunidad de acceder a nuevos recursos, materias primas, territorios de caza, recolección y pesca. Otra estrategia que permite cambiar estados negativos es sentir gratitud en los momentos en los que nos invade el estrés. Esta sencilla táctica de cambio de actitud consiste simplemente en dar gracias por lo que nos sentimos genuinamente agradecidos. Una técnica que ha demostrado reducir los niveles de cortisol o la hormona del estrés hasta en un 23%.

“El miedo provoca sensaciones corporales de encogimiento, tensión o inmovilismo. El miedo trata de evitar una amenaza, un rechazo o un castigo. Al contrario, la intuición se siente energizante al liberar dopamina en anticipación de una recompensa. La sensación de tener una corazonada provoca que el cuerpo se relaje. La intuición pide que pasemos a la acción por nuestro propio interés.”

En el campo de la neurociencia la interocepción suscita cada vez mayores expectativas como el proceso mediante el cual nuestra inteligencia cognitiva se comunica con nuestra inteligencia corporal. Los resultados de estudios recientes indican que las personas que son capaces de percibir y contar los latidos de su corazón con precisión; toman mejores decisiones. La interocepción asociada a la intuición y toma de decisiones en momentos de incertidumbre, nos la podemos imaginar a un estado similar a, dejarnos guiar por “la fuerza” de la Guerra de las Galaxias.

La incertidumbre es subjetiva, para cada persona tiene connotaciones y escalas distintas. La incertidumbre hace que toda decisión se vuelva más compleja y dificulta el desempeño, son situaciones en las que, por ejemplo, el cometido supera nuestro grado de conocimiento. Expresiones de la incertidumbre son el inmovilismo, miedo y confusión. Nuestro cerebro es una máquina de predicción que muchas veces recurre a la intuición como una fórmula instantánea de compensar el inmovilismo que provoca el desconocimiento. Cuando el tiempo apremia, especialmente en momentos de riesgo, ante la imposibilidad de analizar; simplemente intuimos la decisión correcta. La intuición o la cognición corporizada surge como un sentimiento de dentro del cuerpo que solo se experimenta de manera individual. “Cómo dejar de pensar demasiado y comenzar a confiar en su instinto” es el título de un artículo publicado el 10 de marzo de 2022 en Harvard Business Review. El artículo expone porque la intuición tiene una base neurológica y propone estrategias para aprender a utilizarla como una herramienta extremadamente útil. En un futuro dominado por la inteligencia artificial, la cognición corporizada, será una faceta humana; aún más relevante.

Decisiones intuitivas, independientemente de si son acertadas, sobre aspectos de la vida personal aumentan los niveles de satisfacción y la sensación de felicidad perdura por más tiempo. Por ejemplo, elegir vivienda, pareja o una actividad lúdica, así las personas que compran un automóvil por impulso muestran por más tiempo mayores niveles de satisfacción. El 75% de las personas que se deciden por impulso, siguen satisfechos meses después, comparado con el 40% de los que compran analizando y razonando la decisión. Las personas que razonan sus compras siguen en el bucle de justificar su decisión, después de realizar la compra.

¿Cómo saber si la intuición nos permite comprender una situación y tomar una decisión acertada sin necesidad de un razonamiento consciente? Intuición es un concepto abstracto e intangible que es difícil de describir. Se trata de un sentimiento enérgico, no verbal. Es un sentido más, que identificamos por medio de sensaciones corporales o la interocepción. Los dirigentes de empresas emergentes “Startups” que logran finalmente una exitosa salida a bolsa reconocen que es la intuición el recurso que utilizaron para hacer frente a la incertidumbre, incluso muchos de ellos soportando la presión de quiebra inminente. Ante la avalancha de información que recibimos todos los días la intuición es en ocasiones la única respuesta, ya que analizar y procesar de manera racional recurriendo a la lógica toda la información resultaría del todo imposible. Conduciría a una sobrecarga cognitiva del cerebro, derivando en el inmovilismo. La intuición permite sintetizar un mayor patrón de estímulos y captar lo que otras personas, muchas veces pasan por alto. Proporciona un mayor abanico de datos al reconocer la información que procesan y proporcionan los 500 millones de neuronas del intestino y las 40.000 del corazón. Información que parece estar relacionada con un aumento de las decisiones acertadas. Tomar consciencia de nuestra intuición requiere dejar atrás la chachara interior y recuperar la conexión con nuestra propia naturaleza. Que otra cosa que nuestra intuición, tiene la capacidad de conducirnos hacia nuestro destino, sin rodeos.

La sociedad de consumo nos disocia de la percepción de nuestro cuerpo, buscamos constantemente estímulos en redes sociales, comida basura, apuestas, compras compulsivas, relaciones esporádicas e incluso suprimimos o magnificamos artificialmente las sensaciones corpóreas con medicamentos y sustancias adictivas. Se antepone la inmediatez y no hay consciencia del efecto devastador físico y psíquico que producen. Se reduce la capacidad de ser conscientes, controlar, y expresar las emociones propias, además de gestionar las relaciones interpersonales para que esas lleguen a ser significativas. Tratar cuerpo y mente como dos elementos desconectados, es un concepto anacrónico. Desórdenes como el autismo, adicciones, anorexia o bulimia, estrés postraumático, ansiedad y depresión están asociados con la dificultad de sentir el propio cuerpo o una baja conciencia interoceptiva. Son personas que tienen problemas para identificar y regular sus emociones. Así las personas depresivas tienen problemas para percibir sensaciones positivas. Por el contrario, las que sufren de ansiedad hacen una interpretación equivocada, muchas veces exagerada, de las sensaciones que reciben de su cuerpo.

Muchas emociones tienen una repercusión física en el cuerpo: quedarse pálido, sonrojarse, llorar, pelos de punta, alteración del ritmo cardiaco, cambios en los intervalos y profundidad de la respiración, estomago revuelto e incluso devolver. Una emoción descontrolada puede provocar que nos pongamos, literalmente malos. Son reacciones que se anticipan hasta en 10 segundos al cerebro, nuestro cuerpo reacciona antes que este tenga una percepción consciente de lo sucedido. Si tocamos una superficie caliente o muy fría, quitamos primero la mano y luego reflexionamos. Pero esto sucede igualmente cuando se trata de elegir una apuesta o acercarnos a una persona para conocerla. El nervio vago es el componente principal del sistema nervioso parasimpático, encargado de controlar las funciones y actos involuntarios de nuestro cuerpo. Está dotado de sensores que envían información al cerebro sobre el estado y funcionamiento de los órganos del cuerpo. El 80% de la información de este canal directo de comunicación va de los órganos del cuerpo al cerebro y está asociado a nuestras emociones; tan solo el 20% de la comunicación va del cerebro a los órganos. Nuestras emociones se forman a partir de las sensaciones que percibimos de nuestros órganos que nos llegan a través del nervio vago que conecta ojos, cerebro, corazón, hígado pulmones, bazo, estomago, riñones, vesícula biliar, páncreas, intestino delgado y grueso. Es habitual retener la respiración al abrir nuestra carpeta de correo, esto provoca un cierto nivel de estrés que aumenta nuestro foco de atención. Pero igualmente podemos calmar el estrés reduciendo los intervalos de respiración, sobre todo si prestamos atención que el tiempo de exhalar sea más prolongado que el de inhalar.

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