Epopeya evolutiva.

Como humanos o homo sapiens tendemos a obviar que somos una especie animal más que ha evolucionado. Recuperar esta perspectiva nos ofrece algunas de las claves que permiten gestionar nuestra biología y mente con mayor eficiencia.

¡Haz que fluyan las ideas!

El lenguaje sin memoria no existiría, ambas características necesarias para compartir pensamientos e historias, así el concepto tiempo en sí responde a una construcción social. El consenso establecido de que es el tiempo por los individuos que comparten una misma cultura, determina la interacción entre sus miembros y los procesos de socialización. Las diferencias culturales en cuanto a la percepción y noción del tiempo son significativas. Culturas monocrónicas perciben el tiempo como algo inalterable y favorecen una rígida productividad secuencial que anteponen a las relaciones sociales. Por el contrario. Las culturas policrónicas tienen una noción del tiempo más flexible o elástica y permite la realización de diferentes tareas simultáneas favoreciendo la interacción social.

Advertir un peligro o una recompensa son desde la perspectiva de la evolución el origen de nuestra capacidad de prestar atención. Como homo sapiens o humanos modernos, nuestro cerebro de aproximadamente 1300 centímetros cúbicos, ha evolucionado de tal manera que podemos decidir dónde queremos poner nuestro foco de atención, sin necesidad de un estímulo externo. Esta capacidad de prestar atención a voluntad ha hecho posible el desarrollo de culturas y tecnologías complejas.

La capacidad humana de prestar atención a voluntad llega a provocar estados de consciencia desde los cuales se afirma que; el tiempo vuela. Cuando ponemos el foco de atención exclusivamente en una única tarea entramos en lo que se denomina “La Zona”. Episodios durante los cuales perdemos la noción del tiempo. Los humanos nos distinguimos además por la capacidad de calmar nuestra mente a voluntad. Conseguimos calmar nuestra mente cuando tomamos distancia de las distracciones cotidianas, evitamos las interrupciones de la hiperconectividad o dejamos de estar absortos rememorando o anticipando, para concentrarnos en el desempeño de una única tarea. Pensemos en un intérprete en un escenario o una importante negociación empresarial. Episodios durante los cuales percibimos con gran detalle, todo parece fluir y tenemos la sensación de que el tiempo se detiene. Básicamente dejamos de prestar atención al transcurrir del tiempo y todo aquello que sucede a nuestro alrededor para concentrarnos en el desempeño de una única tarea. Situación similar a cuando nos sumergimos o dejamos cautivar por una historia, durante cuyo relato pasamos a ser parte del relato en vez de ser el lector, oyente o espectador.

Paradójicamente durante estos episodios durante los cuales permanecemos absortos, estos son almacenados en nuestra memoria con mayor relevancia y viveza; los recordamos con gran número de detalles. En cambio, una actividad monótona o repetitiva de episodios aburridos como los tiempos de espera: los percibimos como interminables. Por prolongados que estos hayan sido, en la memoria los recordaremos con menor detalles, incluso llegaremos a olvidarlos; es como si nunca hubiesen tenido lugar.

En el campo de la psicología positiva, se describe lo que es conocido coloquialmente como “la Zona”como un “estado de fluidez” o un estado cognitiva en el cual una persona queda completamente cautivada por la actividad que realiza. Entra en una etapa de rendimiento máximo al poner todo su foco de atención en la actividad que desempeña. Es percibido como un estado energizante y que es similar a un trance hipnótico. Es el estado mental desde el cual se crean obras artísticas, se producen avances en ciencias y es el estado mental que perciben los atletas cuando compiten. Sencillamente cuando entramos en “la Zona”, tiene lugar a un rendimiento físico y cognitivo extraordinario.

Actividades creativas y extremas que dan lugar a estados de fluidez se vuelve incluso adictiva por los estados de felicidad que inducen. Un estado de fluidez es completamente contrario a las situaciones de estrés intenso, episodios durante los cuales el cerebro tiende a apagar las redes corticales involucradas en la creatividad, la contemplación, la planificación y el pensamiento abstracto. El estrés descontrolado termina por subvertir nuestra calidad de vida, llegando incluso a provocar ansiedad o depresión crónica. Durante los estados de “fluidez” al igual que en las situaciones de “estrés” tienen ligar cambios en la actividad cerebral. Sin esto episodios tienen lugar con asiduidad incluso alteran positiva o negativamente la morfología cerebral.

“Todos podemos aprender las técnicas que nos permiten evitar situaciones de estrés descontroladas y a dominar el arte de entrar en la zona de fluidez a voluntad.”

La mayoría de los organismos tienen un sentido interno del tiempo generado por relojes biológicos endógenos y los humanos no somos una excepción. Relojes biológicos independientes de la temperatura ambiente, luz solar o invenciones desarrolladas por nosotros los humanos.

Uno de estos relojes es el reloj circadiano, que mantiene los ritmos biológicos diarios y regula el sueño o algo tan fundamental como la producción de hormonas y tiene efectos en la temperatura corporal. Nuestro ritmo circadiano marca cambios físicos, mentales y conductuales que siguen un ciclo de 24 horas. Es parte de un sistema que regula y marca el ritmo de la frecuencia con la que se liberan los neuroquímicos y con ello influye en nuestro estado de ánimo. Incluso nuestro rendimiento máximo o capacidad de atención y desempeño cognitivo está determinado por nuestro ritmo circadiano. A los pocos minutos de despertar empieza a aumentar progresivamente nuestra capacidad de rendimiento, hasta que decae pasadas las 6 horas de actividad. Se produce un nuevo repunte y en especial si nos tomamos un breve descanso para meditar o una siesta de 15 minutos antes de dar paso a la segunda mitad del día.

El cerebro junto con la psique humana forma un sistema complejo en el que se producen errores sistemáticos de pensamiento y sesgos cognitivos. Fallos de procesamiento en la interpretación de la información o de los estímulos del mundo que nos rodea que afectan tanto a los juicios como las decisiones que tomamos.

“La cronostasis” provoca que nuestro cerebro genere hasta 40 minutos de «falsas memorias» al día. Cuando nuestros ojos cambian la vista de un objeto a otro, se produce una visión borrosa, visión borrosa que no puede ser interpretada por el cerebro. El cerebro elimina esa fracción de segundo en el que tiene lugar el movimiento sacádico de los ojos y la reemplaza con la siguiente imagen, esto se conoce como “la ilusión del reloj parado”. Cuando miramos un reloj con segundero por primera vez, ese primer segundo de la manecilla parece más extenso que todos los posteriores segundos. Nuestro cerebro rellena el tiempo en el que se ha producido la visión borrosa por el movimiento de los ojos con la siguiente imagen que capta; en este caso la del segundero.

Igualmente sobreestimamos la duración de eventos extraños o inesperados que nos sorprenden o interrumpen. Se conoce como efecto oddball y es un mecanismo por el cual prestamos mayor atención a estímulos que pueden representar amenazas, pero también oportunidades. Desde una perspectiva evolutiva nuestro cerebro responde a la necesidad de asegurar que toda información relevante para la supervivencia permanezca disponible para su uso futuro. Explica porque es almacenada con mayor detalle, luego es recordada de manera más vivida y extensa que una actividad rutinaria.

ORGANIZACIONES MAGNÉTICAS

Cuando las personas prosperan, crean un campo de atracción de valor.

¡Nada es más fascinante que el éxito!