La índole del tiempo.

La naturaleza del tiempo es un rompecabezas sin resolver, sin embargo, la noción del factor tiempo repercute en la percepción humana en cuanto a la interpretación de la realidad y por tanto en la toma de decisiones.

¡Haz que fluyan las ideas!

Los humanos desde hace al menos 20.000 años estamos fascinados con el cosmos. Nuestra relación innata con las estrellas dio forma a lo que somos. El arte, creencias espirituales, estructuras sociales, avances científicos, nuestra propia biología, e incluso la medición del tiempo, están relacionadas con el cosmos.

La naturaleza del tiempo o del paso del tiempo es un concepto elástico para la mente humana así por ejemplo un día sidéreo son 23 horas con 56 minutos 4,1 segundos. Es el tiempo que tarda la tierra en rotar sobre su propio eje y se mide tomando como referencia la posición de las estrellas. Es distinto del día solar que toma como referencia el tiempo que tarda en pasar el mismo meridiano terrestre frente al sol. La discrepancia entre los días sidéreo y solar corresponde o se debe al tiempo de traslación de la tierra alrededor del sol. La tierra debe rotar 1 grado más que un día sideral para que el sol alcance exactamente la misma posición en el horizonte.

El tiempo de rotación de la tierra sobre su propio eje tampoco es constante. De hecho, las mediciones indican que nuevamente los días tienden a ser cada vez más cortos. El 29 de junio de 2022 la tierra tardo 1,59 milisegundos menos de lo habitual en dar una vuelta completa sobre su propio eje según el Laboratorio Nacional de Física de Inglaterra. Nada nuevo, por mediciones fósiles se estima que la tierra hace 27 millones de años, giraba sobre su propio eje 372 veces al año o en su movimiento de traslación alrededor del sol. Factores como el grosor del hielo en los polos influyen en la velocidad de rotación, a menor grosor mayor velocidad.

El concepto y la medición del factor tiempo, resultó ser un elemento clave para la formación de las civilizaciones, el desarrollo social y tecnológico. Es una parte necesaria del lenguaje, así “tiempo” es el sustantivo más utilizado para determinar la realidad, seguido de “vida”. La percepción de nuestra existencia es inexplicable sin el concepto y experiencia del factor tiempo. Somos conscientes de que nuestra vida es finita y la describimos o nos referimos a ella con los conceptos de pasado, presente y futuro. Metafóricamente para las culturas occidentales el pasado siempre queda atrás, el futuro está por delante y tomamos consciencia del presente, que se sucede en el lugar e instante mismo donde nos encontramos. Relacionamos el tiempo con el espacio y así creamos la sensación de que el tiempo pasa a través de nosotros o que somos nosotros quienes atravesamos el tiempo.

Observar cómo alguien malgasta recursos económicos y aún más ver que regala su patrimonio, nos sorprendería. Sin embargo, cuando del tiempo se trata muchas veces lo perdemos sin mayor consideración. Al contrario que los bienes materiales, el tiempo es un valor finito, no recuperable y cuya cantidad disponible desconocemos. Pasmoso, es ser testigos de cómo este se pierde o regala, e incluso cuando somos nosotros mismos quienes lo derrochamos; sin prestar la suficiente atención. Todo a pesar de la archiconocida y repetida frase “El Tiempo es Oro”, que es una invitación para; la creación de valor desde una postura existencialista. O por el contrario si adoptamos una perspectiva nihilista; suscita rehuir el dolor y la búsqueda del placer inmediato.

Cuando las personas perciben, dado su deterioro biológico, que el tiempo se les agota, suelen arrepentirse de no haber hecho realidad sus sueños. Por tanto, el tiempo bien invertido aumenta nuestras oportunidades y calidad de vida, el tiempo malgastado termina por ser causa de remordimiento. Debemos diferenciar entre existir y vivir, dado que el mero hecho de existir no significa que estemos conduciendo nuestras vidas acordes con las expectativas que tenemos puestas para con nosotros mismos. Debemos tomar consciencia del uso que hacemos del tiempo y de si está en línea con aquello que esperamos alcanzar.

Son comunes los argumentos y excusas por las cuales nos autoconvencemos de que “estamos demasiado ocupados” como para emprender lo que realmente nos beneficia y queremos alcanzar. De reconsiderarlo deliberadamente llegaremos a la conclusión de que, en realidad; se trata de un autoengaño. Dado que para casi todo ser humano, se trata de una mera cuestión de elección; que consiste en el simple acto de decidir; qué queremos hacer realmente con nuestro tiempo.

Se trata de solventar aspectos y cuestiones relevantes tales como: a) De poder cambiar algo en cuanto a nuestra persona ¿Qué cambiaríamos?, b) y de disponer de más tiempo ¿Qué haríamos o en que lo invertiríamos? Retrasar los cambios que son necesarios para mejorar nuestra calidad y dar más sentido a nuestra vida, es en realidad una forma de autosabotaje. Como iremos descubriendo más adelante, pasar a la acción o emprender el cambio requiere de nuevas maneras de pensar y hacer las cosas.

Buenos propósitos y elevadas metas cuya consecución o recompensa se nos presentan distantes en el tiempo, produce desaliento y es una de las principales razones por las que; abandonamos y fracasamos. Por el contrario, una mejor estrategia es establecer cambios pequeños y objetivos cercanos. Su consecución acumulada, nos conduce exactamente al mismo resultado. Establecer correctamente nuestras metas, incluso nos permite engañar a nuestro cerebro, para que este libere dopamina, ante la expectativa de la obtención de una recompensa cercana.

Es importante realizar anotaciones a medida que vamos progresando, dado que la acumulación de todos los micro objetivos logrados tiene un efecto incremental, que nos sorprenderá. Todo avance positivo que realizamos funciona como un multiplicador en las otras facetas de nuestras vidas. Por esta razón es relevante como elemento motivador, corroborar o tomar conciencia de que estamos avanzando en múltiples dimensiones y en línea con nuestros objetivos. Objetivos que deben estar alineados con nuestros valores, que además responden a un estilo de vida que hemos elegido y marcado.

“Tener que admitir que no somos la persona que queremos llegar a ser por evitar esforzarnos, produce desesperación y frustración. Sin duda un dolor peor que el que provoca el esfuerzo necesario para lograr nuestras metas en cuanto a: familia, amigos, salud, condición física, aumento del desempeño cognitivo, educación, profesión, una pasión o un propósito

Adoptar la posición de observadores de nosotros mismos, desvinculándonos de lo que decimos y acometemos por el espacio de una semana. Es una práctica que nos puede ayudar en el proceso de descubrir que queremos cambiar en nosotros realmente. Nos muestra en qué estamos perdiendo nuestro tiempo y da las claves de en qué, nos gustaría invertir más tiempo. Se trata de ser por una semana testigos de nosotros mismos, durante la cual, sin juicio o crítica alguna, debemos observar: 1) ¿Qué nos hace sentirnos cómodos o incómodos? 2) ¿Qué es lo que nos motiva y desalienta? 3) ¿Con que forma de actuar realmente nos identificamos? Se trata de tomar decisiones en cuanto a que nos gustaría reforzar a la par que debemos decidir que hábitos y costumbres vamos a dejar atrás. Es un ejercicio, cuya efectividad depende de nuestra capacidad de ser honestos para con nosotros mismos. Nos daremos cuenta de que estamos siendo genuinos cuando nos identificamos con las ideas y acciones que observamos en nosotros, además de sentir que estas nos empoderan.

La autobservación, es un ejercicio de atención plena cuyo resultado debe ser mejorar nuestros procesos de razonamiento. Tomar consciencia de nosotros mismos nos ayuda a identificar incongruencias entre nuestras: emociones, pensamiento y comportamiento. Pensar sobre lo que estamos pensando ahora mismo, es parte de la técnica que nos ayuda a ser congruentes y que no tiene otro propósito que la de ser realistas. Un ejercicio cuyo objetivo final, es alinear: valores, estilo de vida, y metas o un plan de vida. Debemos practicar la autobservación como un proceso de autodescubrimiento aceptándonos tal como somos. Se trata sencillamente de descubrir que nos gusta o que queremos fomentar y cuáles son las facetas que queremos cambiar o dejar atrás. Imaginar, reflexionar y sobre todo sopesar que queremos acometer realmente es el primer paso. Lograrlo es el segundo paso, que requiere de tesón cuyo resultado podemos multiplicar utilizando el ingenio y la creatividad.

ORGANIZACIONES MAGNÉTICAS

Cuando las personas prosperan, crean un campo de atracción de valor.

¡Nada es más fascinante que el éxito!