El rito de la inedia

Dejar de comer y beber durante un período de tiempo, es una práctica ancestral, que tiene lugar desde el origen de las culturas y religiones. La razón del ayuno es aprender a resistir a la tentación, pero también sanar el cuerpo.

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La inedia es un estado en el que se encuentra una persona que está sin comer y beber por más tiempo del que es habitual, tanto si es forzada por razones externas o si se trata de una decisión personal voluntaria. Necesitamos de nutrientes para mantener nuestras funciones vitales en un estado de actividad óptimo. Sin embargo, está demostrado que la inedia posibilita recuperar la salud, aumentar la claridad mental e incluso facilita crecer a nivel personal y trascender en el mundo espiritual.

En la actualidad el acto de comer responde más a usos y costumbres que a una necesidad biológica puntual de nutrientes. Es fácil imaginar a los primeros humanos entorno a una hoguera festejando una buena caza o recolecta. Es natural que haya trascendido hasta nuestros tiempos asociar los momentos de celebración con la abundancia de alimentos. Los banquetes forman parte de las celebraciones de bautizos, bodas y aniversarios. Incluso desayunos, cenas y comidas son parte del acto social de hacer negocios. Comer y beber está asociado con innumerables clichés sobre la salud, el bienestar y los niveles de energía; mitos que son consecuencia de la sociedad de consumo.

La mayor pandemia de nuestros días es el sobrepeso, que es causa de enfermedades, una mala calidad de vida y muerte prematura. Sorprendentes son las personas que prefieren vivir ignorando las consecuencias de sus malos hábitos de alimentación. Muchos adoptan una política de avestruz evitando así aceptar que ellos mismos son la razón de su falta de bienestar. Incluso aquellos que toman conciencia del problema, en su mayoría por razones estéticas, prefieren someterse a intervenciones quirúrgicas de liposucción, balones gástricos o reducciones de estómago. Prefieren asumir los riesgos de una intervención quirúrgica, antes que hacer algo tan saludable y sencillo como lo es; dejar de comer.

“Pitágoras, Metaponto 569-475 a. C. requería que sus estudiantes ayunasen antes de ir a sus clases.” “Sócrates, Alopece (Atenas) 470-399 a. C. ayunaba para identificar lo superfluo y ganar claridad mental y de “Hipócrates, Tesalia 460-370 a. C. es la premisa «Antes de acudir al médico, ayuna un día»”

Pitágoras tenía razones fundadas para requerir que se asistiera a sus clases en ayunas. El sistema digestivo demanda durante la ingesta de alimentos un 27% del flujo sanguíneo e incluso aumenta durante el proceso de digestión. Al mismo tiempo el cerebro con tan solo el 2% de la masa corporal precisa del 15% del riego sanguíneo. Todos hemos sentido el deseo de echarnos una siesta después de una copiosa comida, es nuestro subconsciente que nos sugiere que es mejor; dejar de pensar cuando el estómago está lleno.

Dejar de comer

En el momento que empezamos a comer nuestros niveles de insulina aumentan y esta promueve la acumulación de grasa. Hormona encargada de enviar el mensaje por el cual se divide, sintetiza y acumula la grasa. Aparte regula el nivel de azúcar en la sangre, es la llave que abre el paso para que la glucosa llegue a las células.

Los alimentos correctos, en las cantidades e intervalos adecuados aporta beneficios comparables, sino superiores, a tratamientos médicos y medicamentos. Son un estímulo, así como un elemento clave de nuestro rendimiento físico y psíquico.

En el momento en que dejamos de comer durante 12 horas empezamos a consumir los carbohidratos almacenados en nuestro cuerpo provocando que nuestro nivel de glucógeno o cadenas ramificadas de glucosa bajen. Momento en el que el cuerpo busca una fuente de energía alternativa y empieza a consumir la grasa corporal.

A las 18 horas se empiezan a producir cetonas o moléculas que produce tu cuerpo a partir de la descomposición de la grasa. Colateralmente tiene lugar una reducción de las inflamaciones causantes de enfermedades y se activa un proceso de reparación del DNA, principalmente de los tejidos nerviosos y el cerebro. La combinación de ayuno y ejercicio aeróbico en esta fase acelera la producción de hormonas del crecimiento, estas mantienen los niveles de fuerza y facilitan el aumento de masa muscular.

El proceso de autofagia o de regeneración a nivel celular se activa pasadas las 24 horas de ayuno*. La basura celular es transformada en energía por nuestro organismo. Cuanto más tiempo pasa más eficiente se vuelve el proceso de autofagia. A la par se produce una reducción de la sensación de apetito, fatiga e incluso el mal aliento desaparece. La falta de calorías provoca la activación de sirtuinas que son las encargadas de regular la autofagia, enzimas que confieren protección frente a el cáncer, enfermedades metabólicas, cardiovasculares y neurodegenerativas asociadas con el avance de la edad. Incluso estudios recientes sugieren que activan un proceso celular protector o de mantenimiento homeostático otorgando una respuesta al estrés ambiental.

A las 48 horas el cuerpo nos advierte que llevamos bastante tiempo sin comer mediante la segregación de grelina que es conocida como la «hormona del hambre». Tiene efectos estimulantes sobre la ingesta de alimentos, la deposición de grasa y la liberación de la hormona del crecimiento que en esta fase se quintuplica. Beber agua o simplemente obviar durante 20 minutos la sensación de hambre, hace que aminore. Los niveles de insulina bajan al nivel mínimo y en esta fase también se reduce la presión arterial. La salud cardiovascular aumenta incluso la cicatrización de heridas se acelera.

Transcurridas 72 horas las células madre de la médula ósea empiezan a reforzar el sistema inmunológico y el organismo produce más anticuerpos. Entran en juego los hemocitoblastos, o células madre sanguíneas, acelerando así la eliminación de virus y bacterias. Entramos en un proceso de autofagia por el cual las proteínas dañadas son recicladas para formar células nuevas. Repetir este tipo de ayuno de 3 días de dos a cuatros veces al año ayuda a reparar la inmunodeficiencia provocada, por ejemplo, por la quimioterapia.

Una inedia de más de 5 días aparte de ayudarnos a perder un significativo porcentaje de grasa corporal y de las toxinas acumuladas, reinicia nuestra biología. Desequilibrios hormonales y metabólicos se equilibran evitando que se produzca el temido efecto yoyo común en la mayoría de las dietas. Todo ayuno prolongado fomenta recuperar niveles y diversidad saludables del microbiota. Alergias, inflamaciones e incluso problema de un intestino permeable se alivian. El proceso de reciclado por el cual los daños celulares se corrigen e intensifica; sencillamente empezamos a rejuvenecer.

El ayuno forma parte de estilos de vida, culturas y está vinculado a las técnicas de meditación. Es común en muchas religiones y su práctica forma parte del acercamiento a lo divino, incluso de los adiestramientos de preparación para el combate. Desde una perspectiva personal cuando negamos al cuerpo los placeres y las necesidades físicas, se logra una conexión más profunda con uno mismo. Entrar en un estado de inedia voluntario, equivale a realizar un ejercicio de introspección que fomenta el autoconocimiento, además de acrecentar la seguridad en uno mismo. Es una forma de demostrarnos autodominio al ser la mente la que asume el control de nuestro cuerpo. Manifiesta humildad y esta nos permite distinguir todo lo superfluo e innecesario.

“Miedo es el deseo de evitar una circunstancia determinada, pero si la enfrentas, dejas de tener miedo.«

Cuando realizamos prácticas de ayuno debemos evitar caer en un estado de inanición. Para todos aquellos que quieren adoptar el ayuno como una parte de su estilo de vida, encontrar un equilibrio entre las etapas en los que poner el foco en una nutrición correcta y los tiempos de ayuno es la clave. Es necesario señalar que los baños solares y de agua fría, así como un buen patrón de sueño, practicar ejercicio con regularidad, incluso meditar; son parte de una vida saludable. Rutinas y costumbres que aceleran y refuerzan, incluso multiplican los beneficios de inedia.

Importante: personas con desequilibrios hormonales y alteraciones de los niveles de insulina, practicar cualquier tipo de ayuno, sin consentimiento médico; puede tener graves consecuencias. La restricción de alimentos hasta niveles de la inanición es causa de avitaminosis y esta provoca que el sistema inmunológico se resienta. Es el origen de dolencias y enfermedades como la ceguera nocturna (vitamina A), beriberi (vitamina B1 o tiamina), pelagra (vitamina B3 o niacina), dermatitis (vitamina B8 o biotina), escorbuto (vitamina C), raquitismo (vitamina D), problemas neurológicos y esterilidad (vitamina E) …

*Hay quienes durante las primeras horas de ayuno para reforzar los efectos de la autofagia también restringen la bebida. Es necesario beber abundante agua para facilitar la depuracion del cuerpo. Importante es la observación que es mejor beber menos veces una cantidad abundante, que estar bebiendo sin pausa todo el día. Está permitido tomar una infusión de café y te al día sin azúcar o cualquier otro añadido, ya que estos no revierten el proceso de autofagia.

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